Ante una caída en los valores de azúcar
en la sangre el organismo responde, en primer lugar, liberando adrenalina
por parte de las glándulas suprarrenales y de ciertas terminaciones
nerviosas. Esta hormona estimula la liberación de azúcar
contenido en las reservas del organismo, pero también causa síntomas
similares a los de un ataque de ansiedad: sudación, nerviosismo,
temblores, desfallecimiento, palpitaciones y a veces hambre. Si la hipoglucemia
es más grave se reduce el suministro de glucosa al cerebro y
aparecen vértigos, confusión, agotamiento, debilidad,
dolores de cabeza, un comportamiento inadecuado que puede ser confundido
con un estado de embriaguez, incapacidad para concentrarse, anomalías
de la visión, convulsiones semejantes a la epilepsia y coma.
La hipoglucemia prolongada puede lesionar el cerebro de forma irreversible.
Tanto los síntomas de ansiedad como la alteración fisiológica
cerebral pueden tener un inicio lento o repentino que progresa en pocos
minutos desde un malestar moderado a una confusión grave o incluso
hasta pánico. Las más afectadas son las personas que se
tratan con insulina o fármacos hipoglucemiantes orales para la
diabetes.
En un paciente con un tumor pancreático secretor
de insulina, es más probable que los síntomas aparezcan
a primera hora de la mañana en ayunas, sobre todo si las reservas
de azúcar de la sangre se han agotado por el ejercicio que se
haya realizado antes del desayuno. Al principio, un tumor sólo
causa episodios ocasionales de hipoglucemia, pero con el paso de los
meses o de los años los episodios se vuelven más frecuentes
y graves.