Muchas personas con diabetes necesitan ciertas dosis de insulina
todos los días. Antes sólo podían hacerlo mediante inyecciones, pero
con el avance científico se han desarrollado nuevos métodos, menos
dolorosos y con distintas ventajas para adaptarlos al estilo de la vida
particular de cada uno. Si quieres saber más información sobre este
tema, sigue leyendo este artículo.
La diabetes es una condición crónica que se caracteriza porque el
cuerpo o no produce, o no es suficiente o no usa adecuadamente la insulina,
una hormona que fabrica el páncreas, y que tiene la misión de llevar la
glucosa a las células de todo el cuerpo. La glucosa (azúcar) es la
fuente principal de energía de las células y la única que utilizan el
cerebro y el sistema nervioso central.
Cuando falta insulina, o la que se produce no puede cumplir bien su
función, aumenta el nivel de glucosa en la sangre, lo que puede
provocar muchos problemas, tanto a corto como a largo plazo. Por eso,
muchas personas con diabetes necesitan utilizar insulina a diario, para
que el cuerpo pueda recibir la energía que necesita para realizar todas
sus funciones correctamente.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la única manera de hacerlo era
aplicándose las tradicionales y molestas inyecciones. Hoy, gracias a
los avances científicos, existen varios métodos para aplicarse este
medicamento. Los principales son:
- La bomba de insulina: una excelente alternativa a las inyecciones ya que le proporciona insulina al cuerpo durante las 24 horas del día, a través de un catéter (un tubito) que se pone debajo de la piel. Es del tamaño de una caja de un teléfono celular y funciona con baterías o pilas. Al usar la bomba de insulina, puedes adaptar la insulina a tu estilo de vida y no a la inversa.
- Lapiceras de insulina. Se llaman así porque su forma es similar a la de un bolígrafo pero en vez de tinta tienen un cartucho de insulina que puedes inyectar de una manera más sencilla y menos dolorosa que con las jeringas tradicionales. Algunas tienen cartuchos recargables y otras usan cartuchos desechables. Ambos te permiten seleccionar la cantidad de insulina que deseas inyectarte. Aunque todavía se requiere un piquetito.
- Puertos de inyección o infusores de insulina. Se trata de un tubo pequeñito que se coloca dentro del tejido que está debajo de la piel, con un parche sobre la superficie que lo sostiene firme en su lugar. Luego, la insulina se coloca por este lugar, ya sea con una jeringa tradicional o con una lapicera de insulina, sin necesidad de volver a pinchar la piel. Este puerto puede permanecer en su lugar durante varios días, pero es necesario reemplazarlo frecuentemente. La ventaja es que reduce la cantidad de pinchazos que la persona recibe.
- Asistentes de inyecciones. En este caso, se trata de mecanismos que facilitan la colocación de inyecciones con agujas y jeringas, usando guías estabilizadoras o un dispositivo que sostiene la jeringa y la acciona mediante un resorte. Muchos de estos dispositivos tienen un botón que, al ser presionado, hacen todo el trabajo por sí solos y la persona puede inyectarse sin esfuerzo ni complicaciones.
- Inyector a chorro. A diferencia de las jeringas tradicionales, en lugar de una aguja, estos dispositivos dispersan la insulina dentro de la piel usando una presión de aire muy fuerte.